Historia verdadera de la conquista de la Nueva España / Bernal Díaz del Castillo ; prólogo, Carlos Pereyra
Signatura | Copia | Colección |
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121/584 | 10206 | Libros modernos desde 1900 |
Bernal Díaz del Castillo, soldado español y protagonista histórico, es el autor de Historia verdadera de la conquista de Nueva España, obra impar. Oriundo de la "muy noble e insigne Villa de Media del Campo", Bernal Díaz del Castillo, uno de los descubridores y conquistadores de la Nueva España, sus provincias y del cabo de Honduras, ya viejo y retirado escribió esta crónica de las proezas en que, al mando de Cortés, fue parte y testigo. Carlos Pereyra, el ilustre historiador mexicano, autor del prólogo que avalora esta edición, ilumina con su bella prosa la figura del casi anónimo cronista que en vida no vio publicado su manuscrita, el cual apareció, por fin, en el siglo XVII, siendo su autor mal juzgado, pues se consideró que trató de hacer palidecer la gloria del gran Cortés. Curioso es el avatar de esta obra a través de los siglos subsiguientes, hasta que ya en nuestros días toca el portentoso Menéndez Pelayo reivindicar sus méritos, que acata la moderna crítica histórica, reconociéndole al autor, como lo hace el mismo Pereyra, no sólo importancia de testigo fiel, sino dotes de interpretación psicológica que dan calidez humana a su extensa crónica, la que, si bien se atiene a los sucesos ocurridos entre los años 1517 y 1521 -pormenorizado más los dos años que abarcan la hazaña cortesiana en el Anáhuac-, dilátase después el relato con descripciones de ciudades y costumbres de los pobladores, sus ritos guerreros, sus molicies en la paz, pudiendo decirse de esta obra que es una primerísima fuente para el estudio de la civilización precortesiana. Quien lea las páginas dedicadas a la famosa "Noche Triste", en la que cada capitán y cada soldado "hizo lo que pudo", o quien lea las que describen los noventa y tres días del sitio de México, no las olvidará jamás, de tal modo están impregnadas de la remota y verdadera vida vivida por el viejo soldado que, a los ochenta y tantos años, casi ciego y sordo, juzgó que no pudiendo legar riquezas a sus descendientes, sería gloriosa herencia el dejarles la narración -abrazada a la verdad- de las aventuras en las que fuera actor en sus años mozos.
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Fundación Juanelo Turriano | 10206 | 121/584 |
Bernal Díaz del Castillo, soldado español y protagonista histórico, es el autor de Historia verdadera de la conquista de Nueva España, obra impar. Oriundo de la "muy noble e insigne Villa de Media del Campo", Bernal Díaz del Castillo, uno de los descubridores y conquistadores de la Nueva España, sus provincias y del cabo de Honduras, ya viejo y retirado escribió esta crónica de las proezas en que, al mando de Cortés, fue parte y testigo. Carlos Pereyra, el ilustre historiador mexicano, autor del prólogo que avalora esta edición, ilumina con su bella prosa la figura del casi anónimo cronista que en vida no vio publicado su manuscrita, el cual apareció, por fin, en el siglo XVII, siendo su autor mal juzgado, pues se consideró que trató de hacer palidecer la gloria del gran Cortés. Curioso es el avatar de esta obra a través de los siglos subsiguientes, hasta que ya en nuestros días toca el portentoso Menéndez Pelayo reivindicar sus méritos, que acata la moderna crítica histórica, reconociéndole al autor, como lo hace el mismo Pereyra, no sólo importancia de testigo fiel, sino dotes de interpretación psicológica que dan calidez humana a su extensa crónica, la que, si bien se atiene a los sucesos ocurridos entre los años 1517 y 1521 -pormenorizado más los dos años que abarcan la hazaña cortesiana en el Anáhuac-, dilátase después el relato con descripciones de ciudades y costumbres de los pobladores, sus ritos guerreros, sus molicies en la paz, pudiendo decirse de esta obra que es una primerísima fuente para el estudio de la civilización precortesiana. Quien lea las páginas dedicadas a la famosa "Noche Triste", en la que cada capitán y cada soldado "hizo lo que pudo", o quien lea las que describen los noventa y tres días del sitio de México, no las olvidará jamás, de tal modo están impregnadas de la remota y verdadera vida vivida por el viejo soldado que, a los ochenta y tantos años, casi ciego y sordo, juzgó que no pudiendo legar riquezas a sus descendientes, sería gloriosa herencia el dejarles la narración -abrazada a la verdad- de las aventuras en las que fuera actor en sus años mozos.