Los molinos hidráulicos del Guadalquivir en la ciudad de Córdoba : estudio histórico y arquitectónico / [autores, Ricardo Córdoba de la Llave ... et al.]

Libro
ISBN: 9788477904656
Editor: Madrid : CEHOPU, D.L. 2008
Depósito legal: M 38110-2008 Oficina del Depósito Legal
Descripción Física: 101 p. : il. col. y n.; 23 x 23 + 1 CD-ROM
Signatura Copia Colección
431/143 7155 Libros modernos desde 1900

Los molinos hidráulicos establecidos sobre el río Guadalquivir en la ciudad de Córdoba son construcciones centenarias, que llevan prestando servicio a la producción industrial de la ciudad desde hace cientos de años. Aunque muchos de los edificios que hoy se conservan datan de fechas relativamente recientes, como los siglos XVIII y XIX, su origen se remonta, cuando menos, a época islámica, pues están documentados desde el siglo XIII o incluso desde el X. Y podemos preguntarnos si no son originarios, en algún caso, de época romana o tardo-rromana, por más que de esos siglos carezcamos de documentación explícita que evidencie su propia existencia y sus posibles funciones. Esos edificios han estado situados en puntos muy determinados del curso fluvial, lugares que se han mantenido inalterables durante siglos. Para utilizar la energía hidráulica que las aguas del Guadalquivir proporcionaban, estas instalaciones se construyeron siempre asociadas a las correspondientes presas de derivación o azudas, diques de mampostería que cortaban el curso de la corriente encauzándola hacia las orillas, a fin de que el paso de las aguas quedara concentrado en los lugares (normalmente, las márgenes del propio río) donde los molinos se hallaban ubicados. El asentamiento de estas presas, grandes obras de ingeniería a nivel histórico, cuenta con unos condicionantes geológicos muy determinados, de forma que necesitan lugares de firme sólido, escasa profundidad de la corriente y condiciones naturales apropiadas para su correcto asentamiento. Por ello, aquellos lugares donde las presas se situaron en la Edad Media son los mismos donde han permanecido instaladas hasta el siglo XX, y por eso los edificios asociados, aunque modificando su arquitectura y sus funciones (adaptándolas a los usos y rasgos técnicos propios de cada época), han estado siempre situados en los mismos emplazamientos. En el término de Córdoba han existido seis grandes paradas que, escalonadas desde el curso superior del río a su entrada en el término municipal hasta el tramo inferior, fueron y son aún en la actualidad las de Lope García, Vado del Adalid (o Carbonell), Martos (o San Julián), Puente, Alhadra y Casillas, y en esos seis entornos se han situado todos los molinos harineros y batanes de paños que han funcionado en Córdoba desde la Edad Media a nuestros días. La dedicación principal que han conocido tales edificios a lo largo de tantos siglos ha sido la de funcionar como molinos harineros. En la Edad Media, bajo la forma de aceñas o molinos de rueda hidráulica vertical, dotados con un complejo sistema técnico muy característico de las instalaciones hidráulicas de dicho período histórico; a partir de la segunda mitad del siglo XVI, dichas aceñas se transformaron en molinos harineros de regolfo, provisto de rodezno (rueda hidráulica horizontal) y de un sistema técnico muy diferente, que exigió una transformación arquitectónica muy importante de todos ellos; y desde finales del siglo XIX algunos funcionaron como fábricas de harina modernas, dotadas de turbinas hidráulicas que movieron, mediante juegos de poleas y correas, no sólo tradicionales piedras de moler sino modernos cilindros y máquinas complementarias como limpias y desmontadoras. De hecho, algunos molinos de Córdoba han conocido estas tres fases en su desarrollo histórico. Otros edificios compartieron su dedicación a la actividad harinera con la de otras industrias hidráulicas. A fines de la Edad Media y principios de la Moderna, y como resultado del desarrollo experimentado en aquel tiempo por la industria textil de la ciudad, fueron muy abundantes los batanes de paños, instalaciones provistas de ruedas hidráulicas verticales similares a las de las aceñas que movían, mediante un árbol de levas, el conjunto de mazos encargados de golpear los paños de lana en una mezcla de greda y jabón que conseguía su desengrasado y enfurtido. Algunos de esos batanes llegaron en funcionamiento hasta el siglo XIX, cuando las modernas máquinas de vapor y electricidad dejaron obsoletos los que funcionaban mediante energía hidráulica. En algún otro caso, funcionaron como molinos de papel, de los cuales sólo contamos con un testimonio explícito de principios del siglo XIX cuando uno de ellos se situó en el actual molino de San Rafael. Y en otros casos (sobre todo en el del molino de Casillas, aunque también en el de San Rafael) estos molinos concluyeron su centenaria historia funcionando como pequeñas centrales hidroeléctricas que proporcionaron el primer fluido de luz con el que se abasteció la ciudad de Córdoba a fines del siglo XIX y primeros años del siglo XX. Esta diversidad de funciones, en unión a la propia evolución técnica y arquitectónica de los ingenios molinares a lo largo de los siglos, ha determinado que la decena de edificios que hoy subsisten hayan sido protagonistas de una dilatada historia y que todos ellos hayan pasado por distintas fases constructivas, distintas funciones y, por supuesto, distintos propietarios durante los últimos siglos. Y ello determina que se trate de unos edificios ricos en historia y complejos en su evolución arquitectónica, rasgos que merecía la pena estudiar y conocer. Para ello hemos llevado a cabo un trabajo de investigación documental, en los distintos depósitos en que se conservan fondos que nos informan sobre dicha historia, así como un trabajo de campo que ha permitido reconocer y valorar el estado actual de conservación de cada edificio, tratando de identificar a qué época corresponde la arquitectura hoy conservada y cuál fue la función de lo que hoy podemos ver. Hemos consultado los fondos de protocolos notariales de la capital contenidos en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba, donde se conservan numerosos contratos de compra-venta y arrendamiento de este tipo de instalaciones, junto con algunos documentos de aprecio (inventario) de su instrumental, de adquisición de piedras de moler, incluso de construcción o reforma de ciertas instalaciones, desde el año 1460 (fecha de inicio del citado fondo de protocolos notariales) hasta 1905 (fecha hasta donde ha sido posible consultar en el momento actual). En los fondos del Archivo de la Catedral de Córdoba, consultados gracias a la gentileza del archivero don Manuel Nieto Cumplido, se conserva una abundante documentación sobre los molinos y batanes que, desde el siglo XIII, fueron propiedad de la Iglesia de Córdoba (como el de Lope García), pero también de los restantes a través de los libros de percepción del diezmo eclesiástico, libros que representan auténticos inventarios de los molinos que se hallaban en funcionamiento en la época en que se redactaron; en particular ha sido de gran utilidad un inventarío que se realizó en 1575 bajo el nombre de "Luminario" de las azudas y molinos existentes en la ciudad, así como el libro de cobro de diezmos del período 1660-1740. En el Archivo Histórico Nacional de Madrid, y más concretamente en la Sección de Archivo Histórico Judicial de Toledo, tuvimos la fortuna de hallar la documentación de la Orden de Calatrava (Encomienda de Martos) relacionada con el molino de Martos, que fue propiedad de dicha Orden Militar desde 1252 hasta 1837; en esos fondos se conservan numerosos contratos de obras y reformas tanto de la azuda como del propio molino de Martos, en particular los relacionados con la transformación de las antiguas aceñas medievales en el molino de regolfo que hoy se conserva y que tuvo lugar entre los años 1555 y 1565

Tabla de Contenidos

Introducción
Capítulo I. Tecnología y arquitectura de las instalaciones hidráulicas
Estructuras para la captación y encauzamiento del agua: azudas y canales
Rasgos técnicos y arquitectónicos de los molinos medievales: las aceñas
Las industrias harineras de época moderna: molinos de regolfo
Otros usos tradicionales de las instalaciones hidráulicas: batanes de paños y fábricas de papel
Las aplicaciones contemporáneas: fábricas de harina y de luz
Capítulo II. Los molinos del Guadalquivir en la ciudad de Córdoba
Molino de Lope García
Molino de Carbonell
Molino de Martos
Las aceñas medievales (siglos XIII al XV)
Las reformas del siglo XVI: el nuevo molino de regolfo
Los siglos XIX y XX
La Parada del Puente
Molino de la Albolafia
Molino de Pápalo
Molino de Enmedio
Molino de San Antonio
La Parada de Alhadra
Molino de la Alegría
Molino de San Rafael
Molino de Casillas
Conclusiones
Bibliografía.

Notas

Autores: Ricardo Córdoba de la Llave, Juan Cuenca Montilla, Pilar Hernández Íñigo, José Ortiz García, Mª Dolores López-Mezquita Santaella, José Miguel Garrido Aranda, Fátima Castillo Pérez de Siles y Juan Varela Romero



Agregar valoración

Agregar comentario

Primero debe entrar al sistema
  Localización permanente Código de barras Signatura
Fundación Juanelo Turriano 7155 431/143

Los molinos hidráulicos establecidos sobre el río Guadalquivir en la ciudad de Córdoba son construcciones centenarias, que llevan prestando servicio a la producción industrial de la ciudad desde hace cientos de años. Aunque muchos de los edificios que hoy se conservan datan de fechas relativamente recientes, como los siglos XVIII y XIX, su origen se remonta, cuando menos, a época islámica, pues están documentados desde el siglo XIII o incluso desde el X. Y podemos preguntarnos si no son originarios, en algún caso, de época romana o tardo-rromana, por más que de esos siglos carezcamos de documentación explícita que evidencie su propia existencia y sus posibles funciones. Esos edificios han estado situados en puntos muy determinados del curso fluvial, lugares que se han mantenido inalterables durante siglos. Para utilizar la energía hidráulica que las aguas del Guadalquivir proporcionaban, estas instalaciones se construyeron siempre asociadas a las correspondientes presas de derivación o azudas, diques de mampostería que cortaban el curso de la corriente encauzándola hacia las orillas, a fin de que el paso de las aguas quedara concentrado en los lugares (normalmente, las márgenes del propio río) donde los molinos se hallaban ubicados. El asentamiento de estas presas, grandes obras de ingeniería a nivel histórico, cuenta con unos condicionantes geológicos muy determinados, de forma que necesitan lugares de firme sólido, escasa profundidad de la corriente y condiciones naturales apropiadas para su correcto asentamiento. Por ello, aquellos lugares donde las presas se situaron en la Edad Media son los mismos donde han permanecido instaladas hasta el siglo XX, y por eso los edificios asociados, aunque modificando su arquitectura y sus funciones (adaptándolas a los usos y rasgos técnicos propios de cada época), han estado siempre situados en los mismos emplazamientos. En el término de Córdoba han existido seis grandes paradas que, escalonadas desde el curso superior del río a su entrada en el término municipal hasta el tramo inferior, fueron y son aún en la actualidad las de Lope García, Vado del Adalid (o Carbonell), Martos (o San Julián), Puente, Alhadra y Casillas, y en esos seis entornos se han situado todos los molinos harineros y batanes de paños que han funcionado en Córdoba desde la Edad Media a nuestros días. La dedicación principal que han conocido tales edificios a lo largo de tantos siglos ha sido la de funcionar como molinos harineros. En la Edad Media, bajo la forma de aceñas o molinos de rueda hidráulica vertical, dotados con un complejo sistema técnico muy característico de las instalaciones hidráulicas de dicho período histórico; a partir de la segunda mitad del siglo XVI, dichas aceñas se transformaron en molinos harineros de regolfo, provisto de rodezno (rueda hidráulica horizontal) y de un sistema técnico muy diferente, que exigió una transformación arquitectónica muy importante de todos ellos; y desde finales del siglo XIX algunos funcionaron como fábricas de harina modernas, dotadas de turbinas hidráulicas que movieron, mediante juegos de poleas y correas, no sólo tradicionales piedras de moler sino modernos cilindros y máquinas complementarias como limpias y desmontadoras. De hecho, algunos molinos de Córdoba han conocido estas tres fases en su desarrollo histórico. Otros edificios compartieron su dedicación a la actividad harinera con la de otras industrias hidráulicas. A fines de la Edad Media y principios de la Moderna, y como resultado del desarrollo experimentado en aquel tiempo por la industria textil de la ciudad, fueron muy abundantes los batanes de paños, instalaciones provistas de ruedas hidráulicas verticales similares a las de las aceñas que movían, mediante un árbol de levas, el conjunto de mazos encargados de golpear los paños de lana en una mezcla de greda y jabón que conseguía su desengrasado y enfurtido. Algunos de esos batanes llegaron en funcionamiento hasta el siglo XIX, cuando las modernas máquinas de vapor y electricidad dejaron obsoletos los que funcionaban mediante energía hidráulica. En algún otro caso, funcionaron como molinos de papel, de los cuales sólo contamos con un testimonio explícito de principios del siglo XIX cuando uno de ellos se situó en el actual molino de San Rafael. Y en otros casos (sobre todo en el del molino de Casillas, aunque también en el de San Rafael) estos molinos concluyeron su centenaria historia funcionando como pequeñas centrales hidroeléctricas que proporcionaron el primer fluido de luz con el que se abasteció la ciudad de Córdoba a fines del siglo XIX y primeros años del siglo XX. Esta diversidad de funciones, en unión a la propia evolución técnica y arquitectónica de los ingenios molinares a lo largo de los siglos, ha determinado que la decena de edificios que hoy subsisten hayan sido protagonistas de una dilatada historia y que todos ellos hayan pasado por distintas fases constructivas, distintas funciones y, por supuesto, distintos propietarios durante los últimos siglos. Y ello determina que se trate de unos edificios ricos en historia y complejos en su evolución arquitectónica, rasgos que merecía la pena estudiar y conocer. Para ello hemos llevado a cabo un trabajo de investigación documental, en los distintos depósitos en que se conservan fondos que nos informan sobre dicha historia, así como un trabajo de campo que ha permitido reconocer y valorar el estado actual de conservación de cada edificio, tratando de identificar a qué época corresponde la arquitectura hoy conservada y cuál fue la función de lo que hoy podemos ver. Hemos consultado los fondos de protocolos notariales de la capital contenidos en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba, donde se conservan numerosos contratos de compra-venta y arrendamiento de este tipo de instalaciones, junto con algunos documentos de aprecio (inventario) de su instrumental, de adquisición de piedras de moler, incluso de construcción o reforma de ciertas instalaciones, desde el año 1460 (fecha de inicio del citado fondo de protocolos notariales) hasta 1905 (fecha hasta donde ha sido posible consultar en el momento actual). En los fondos del Archivo de la Catedral de Córdoba, consultados gracias a la gentileza del archivero don Manuel Nieto Cumplido, se conserva una abundante documentación sobre los molinos y batanes que, desde el siglo XIII, fueron propiedad de la Iglesia de Córdoba (como el de Lope García), pero también de los restantes a través de los libros de percepción del diezmo eclesiástico, libros que representan auténticos inventarios de los molinos que se hallaban en funcionamiento en la época en que se redactaron; en particular ha sido de gran utilidad un inventarío que se realizó en 1575 bajo el nombre de "Luminario" de las azudas y molinos existentes en la ciudad, así como el libro de cobro de diezmos del período 1660-1740. En el Archivo Histórico Nacional de Madrid, y más concretamente en la Sección de Archivo Histórico Judicial de Toledo, tuvimos la fortuna de hallar la documentación de la Orden de Calatrava (Encomienda de Martos) relacionada con el molino de Martos, que fue propiedad de dicha Orden Militar desde 1252 hasta 1837; en esos fondos se conservan numerosos contratos de obras y reformas tanto de la azuda como del propio molino de Martos, en particular los relacionados con la transformación de las antiguas aceñas medievales en el molino de regolfo que hoy se conserva y que tuvo lugar entre los años 1555 y 1565

Tabla de Contenidos

Introducción
Capítulo I. Tecnología y arquitectura de las instalaciones hidráulicas
Estructuras para la captación y encauzamiento del agua: azudas y canales
Rasgos técnicos y arquitectónicos de los molinos medievales: las aceñas
Las industrias harineras de época moderna: molinos de regolfo
Otros usos tradicionales de las instalaciones hidráulicas: batanes de paños y fábricas de papel
Las aplicaciones contemporáneas: fábricas de harina y de luz
Capítulo II. Los molinos del Guadalquivir en la ciudad de Córdoba
Molino de Lope García
Molino de Carbonell
Molino de Martos
Las aceñas medievales (siglos XIII al XV)
Las reformas del siglo XVI: el nuevo molino de regolfo
Los siglos XIX y XX
La Parada del Puente
Molino de la Albolafia
Molino de Pápalo
Molino de Enmedio
Molino de San Antonio
La Parada de Alhadra
Molino de la Alegría
Molino de San Rafael
Molino de Casillas
Conclusiones
Bibliografía.

Notas

Autores: Ricardo Córdoba de la Llave, Juan Cuenca Montilla, Pilar Hernández Íñigo, José Ortiz García, Mª Dolores López-Mezquita Santaella, José Miguel Garrido Aranda, Fátima Castillo Pérez de Siles y Juan Varela Romero


Agregar valoración

Agregar comentario

Primero debe entrar al sistema
  Localización Signatura
431/143