El pont D'Aël y las grandes rutas alpinas en Aosta (Italia) / Carlos Caballero

por Caballero Casado, Carlos

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Descripción Física: P. 43-47
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En el confín noroccidental de Italia se localizan las mayores alturas de los Alpes (el Mont Blanc, el Gran Paradiso, el Monte Rosa y el Cervino), moles que superan holgadamente los 4.000 m de altura y que constituyen un circo que forma el valle de Aosta. Con la presencia en su entorno de los grandes colosos alpinos, el valle de Aosta, recorrido por el río Dora Baltea, ha sido, desde siempre, el gran corredor natural que permitía comunicar Italia, Francia y Suiza a través de los Alpes.
Los romanos ya tuvieron en cuenta esta circunstancia y, por ello, su red viaria en esta zona se conforma, en esencia, a partir de una gran ruta que sigue el curso
del Dora Baltea hasta alcanzar la localidad de Aosta (Augusta Praetoria) donde la ruta se divide en dos caminos principales: uno que alcanza el actual territorio
francés a través del Pequeño San Bernardo; y otro que llega hasta Suiza serpenteando por las faldas del Gran San Bernardo. Finalmente, un tercer camino alcanza también el actual territorio suizo a través de los valles de Val Ferret, homónimos en las vertientes italiana y suiza, pero no existen indicios concluyentes de que ésta fuera una ruta frecuentada en época romana. En
su tramo inicial por territorio valdostano, un trazado que se va adentrando en el valle manteniendo el rumbo este-oeste, el camino evitaba en lo posible el fondo del valle, y puede apreciarse una especial preocupación por proteger la infraestructura viaria de los aluviones del Dora Baltea (Lucchese, 2004), en realidad un caudaloso torrente de origen alpino capaz de canalizar las
rápidas crecidas de los fuertes torrentes que discurren por valles de perfil acusado. Para salvar esas dificultades topográficas, la red viaria valdostana se sirvió de, al menos, 16 puentes, además de algunas obras auxiliares de ingeniería que, en sí mismas, pueden elevarse a la categoría de monumento.

Notas

Número 4 (junio, 2007)



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En el confín noroccidental de Italia se localizan las mayores alturas de los Alpes (el Mont Blanc, el Gran Paradiso, el Monte Rosa y el Cervino), moles que superan holgadamente los 4.000 m de altura y que constituyen un circo que forma el valle de Aosta. Con la presencia en su entorno de los grandes colosos alpinos, el valle de Aosta, recorrido por el río Dora Baltea, ha sido, desde siempre, el gran corredor natural que permitía comunicar Italia, Francia y Suiza a través de los Alpes.
Los romanos ya tuvieron en cuenta esta circunstancia y, por ello, su red viaria en esta zona se conforma, en esencia, a partir de una gran ruta que sigue el curso
del Dora Baltea hasta alcanzar la localidad de Aosta (Augusta Praetoria) donde la ruta se divide en dos caminos principales: uno que alcanza el actual territorio
francés a través del Pequeño San Bernardo; y otro que llega hasta Suiza serpenteando por las faldas del Gran San Bernardo. Finalmente, un tercer camino alcanza también el actual territorio suizo a través de los valles de Val Ferret, homónimos en las vertientes italiana y suiza, pero no existen indicios concluyentes de que ésta fuera una ruta frecuentada en época romana. En
su tramo inicial por territorio valdostano, un trazado que se va adentrando en el valle manteniendo el rumbo este-oeste, el camino evitaba en lo posible el fondo del valle, y puede apreciarse una especial preocupación por proteger la infraestructura viaria de los aluviones del Dora Baltea (Lucchese, 2004), en realidad un caudaloso torrente de origen alpino capaz de canalizar las
rápidas crecidas de los fuertes torrentes que discurren por valles de perfil acusado. Para salvar esas dificultades topográficas, la red viaria valdostana se sirvió de, al menos, 16 puentes, además de algunas obras auxiliares de ingeniería que, en sí mismas, pueden elevarse a la categoría de monumento.

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Número 4 (junio, 2007)


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